El mensaje viral de un conservador que explica por qué Trump debe ser destituido
Parece que la abrumadora evidencia de la culpabilidad de Donald Trump que está siendo descubierta por la investigación de juicio político de la Cámara finalmente está haciendo efecto incluso hasta en los derechistas más fieles que han apoyado al presidente hasta ahora.
Eso se puede deducir gracias a las publicaciones en Twitter de un abogado conservador de Texas que se ha convertido en un “defensor renacido” del juicio político después de conocer el testimonio de los múltiples testigos del comportamiento criminal del régimen de Trump.
Bryan Gividen, un abogado que sigue los principios fundamentales del pensamiento político conservador moderno, dio hoy una explicación clara y concisa en Twitter de su conversión de ser un acólito del presidente que apoyó su agenda radical de derecha a un firme creyente que Trump debe ser destituido.
Si bien la mayoría de los progresistas palidecen ante la idea de luchar de manera vehemente para destituir a Donald Trump de su cargo solo para lidiar con un presidente Pence —un hombre que puede no sobrevivir a su propia participación en los escándalos de Ucrania— los argumentos que Gividen hace a sus compatriotas conservadores sobre la urgencia de acusar a Trump pueden ayudar a mover el péndulo con la base vacilante de Trump lo suficiente como para presionar a los republicanos del Senado a dejar de sentir miedo por un líder que seguramente saben que se volverá contra ellos a la primera señal de deslealtad.
Uno tiene que preguntarse si es más fácil tolerar a un extremista religioso de derecha seriamente equivocado, pero al menos que vive en la realidad, que a un loco amoral obviamente traidor con acceso a los códigos nucleares.
Si los tuits de Gividen ayudan a aceptar el juicio político de Trump en los círculos conservadores, podemos pasar por alto las otras objeciones que tenemos con sus opiniones para lograr una tregua temporal para avanzar en un objetivo común: un 2020 sin Trump.
Traducción y adaptación por: María Isabel Amaya
